Mathangi “Maya” Arulpragasam, una señora que nació en el municipio londinense de Hounslow hace, justamente hoy, 37 años. Ella es quien se esconde bajo las siglas del acrónimo Missing in Action. Cantante, productora, graffitera, diseñadora de moda, fotógrafa, letrista, modelo y activista. Todos esos han sido sus oficios y en todos ellos ha quedado sellada su raíz, esa en que viene dibujada la bandera de Sri Lanka.
1. Los primeros once años de su vida, M.I.A. los pasó envuelta en el ambiente de la guerra civil de Sri Lanka, lo que les obligó a trasladarse a una casa abandonada de la India donde recibían visitas esporádicas de su padre.
2. Su carrera musical comenzó gracias a su amiga y compañera de piso, Justine Frischmann, quien lideraba la banda Elastica. M.I.A. colaboró en su segundo álbum, grabó su gira en vídeo y realizó el videoclip para el single ‘Mad Dog’.
3. Se le ha llegado a negar la entrada en EEUU para evitar la difusión de sus ideas liberales sin censura.
Aunque M.I.A. ocupa nuestras páginas por una carrera musical que se presentaba con la llegada del nuevo milenio de la mano de Justine Frischmann y la banda Elastica, la artista siempre ha estado vinculada a la labor del activismo político. Siguió los pasos de su padre, Arul Pragasam, un importante activista y miembro de Eelam Revolutionary Organisation of Students (EROS), grupo político que fundó cuando la familia se trasladó al pueblo de Jaffna, en Sri Lanka.
Fue una infancia marcada por la pobreza y la huida de una guerra civil lo que inyectó en Maya el carácter revolucionario que ha venido explotando para luchar en contra de una realidad social donde reluce la inmoralidad. Una lucha a su manera, una reivindicación muy lírica y poco emprendedora cuando se trata de dar para que otros tengan, de regalar camisetas básicas en lugar de colaborar para una marca como Versace.
M.I.A. SE UNIÓ A VERSACE EN 2013 COMO MODELO Y COLABORADORA DE LA LÍNEA JOVEN
A pesar de vender su alma al diablo en alguna que otra propuesta de las de muchos ceros, si existe algún lugar donde la londinense ha mantenido su espíritu revolucionario es en su música. De ahí lo de la reivindicación lírica. Desde ‘Arular’ (XL, 2005) hasta el reciente ‘Matangi’ (Interscope, 2013), la inconfundible voz de Maya ha cantado contra las injusticias del mundo al ritmo de un pop electrónico que destaca como fenómeno de los últimos tiempos.
Tanto ha alzado la voz en sus trabajos que el gobierno de EEUU no se despista ante el mínimo movimiento de la artista por si fuese necesario desatar las cadenas de la censura, tal y como ocurrió con MTV y el single ‘Sunshowers’ por tratar la liberación palestina o YouTube y la retirada del videoclip para ‘Born Free’, que plasmaba a una brigada de policías en contra de unos jóvenes pelirrojos. Es por esto que M.I.A. debería conocer ya las reglas del activismo, un juego donde no basta sólo con la letra de una canción.