Almas En Venta (III): La Trampa Del Diablo

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Algunos necesitan reinventar su carrera al llegar a una edad madura. Otros, para conseguir su anhelado objetivo, han de adaptarse a un mercado exigentemente cambiante. Estos ya han visto la sutil hoja de la guillotina. Pero otros, los menos afortunados, han firmado el mismo pérfido contrato para endeudar su alma y, sin embargo, no han obtenido lo que esperaban a cambio. La trampa del Diablo, la estafa burlona de la bajeza moral, engalanada de lujo y fama que arrastra a la perdición a, esta vez, aquellos que tenían todo y se vieron sin lo prometido por querer un poco más.

Al igual que los anteriores capítulos, los siguientes ejemplos engloban a otros tantos similares.

Jared Leto. Jamás comprenderé este sinsentido. Su carrera como actor ha firmado grandes obras del cine de culto más reciente, como pueden ser Requiem Por Un Sueño (2000) o El Club De La Lucha (1999), demostrando por igual sus inmensas dotes interpretativas en su más actual El Asesinato De John Lennon (2007) –o Chapter 27 en su título original-, metiéndose en la piel del asesino más infame de la historia musical, Mark David Chapman. Sus capacidades como actor están claras. Pero entonces decidió pasarse a la música; he ahí el error. En mitad de la ola deprimente del emo en su máximo esplendor, aparecieron 30 Seconds to Mars con dos visualmente impactantes e impecablemente dirigidos videoclips. La música se ceñía a pies juntillas a las directrices de aquel taciturno y extinguido género, daba lugar a Leto a exprimir su laringe a base de gritos infinitos que derivaban sin lógica en susurros “empapabragas”, todo esto simple y llanamente porque era lo que estaba de moda. Prueba de ello es que muerto el perro, se acabó la rabia. Concluida aquella patraña que significó la música emo, los de Leto continuaron a favor de la corriente siguiendo a todos aquellos fans que ya no se sentaban a llorar mientras escuchaban sus discos. Todos rehuyeron aquel pasado y, significativamente, la banda se dejó llevar por lo que en ese momento entraba pisando fuerte, el power pop y el indie rock de bandas como Snow Patrol a las que deben toda su influencia desde su último trabajo, This Is War (2009). Aunque sobre todo deben su influencia al señor Don Dinero, pues le siguen donde quiera que va.

Chris Cornell. Una historia de idas y venidas. Más bien de muchas venidas y una sola ida, pero la cual es una auténtica bofetada a sus contrapartes. Líder de Soundgarden (padres putativos, como poco, del grunge), Audioslave, supergrupo entre Cornel y los integrantes de Rage Against the Machine salvo Zack de la Rocha, autor de varios discos en solitario, pero uno se lleva la palma al despropósito abismal. Con Scream (2009) firmó de la mano de Timbaland uno de los tropiezos musicales más insultantes de la historia reciente. En un estilo más propio del segundo o Justin Timberlake, bases electrónicas y sintetizadores completamente aceptables en Pachá, incluso la clásica publicidad de este tipo de vídeos para los auriculares Beats, el hundimiento de un icono que pudo significar este traspié es colosal. ¿Qué le pudo pasar para crear semejante barbaridad? Y además se atrevió a comparar este desastroso trabajo con The Dark Side of the Moon (1973) o A Night at the Opera (1975), de Pink Floyd y Queen respectivamente. Si Jared Leto tiene delito, lo de Cornell es simplemente humillante. Jamás he sentido tanta vergüenza ajena como cuando escuché este álbum. Pero al menos ha querido encaminarse de nuevo.

Aquí termina el repaso a las travesuras que el demonio ha hecho con tantos artistas, aunque desgraciadamente siga ocurriendo día tras día. La sed por la fama a cualquier precio es una de las peores ambiciones que pueda irrumpir en una persona, por ello también de las más fáciles de corromper desproveyéndola de toda base y sentido. Supliquemos miseria y pidamos que el futuro de la música quede en las manos del artista y no en las de aquellos que buscan, contrato en mano aunque sin cuernos ni tridentes, arrebatar su alma.

José Roa
José Roa
Músico y periodista, formó parte de HABLATUMÚSICA.com de 2010 a 2014, llegando a ser editor jefe y alcanzando especial repercusión con su columna 'La Guillotina', editada en 2013 y 2014.

4 COMENTARIOS

  1. He de reconocer que a mí me gustaba 30 Seconds To Mars, aunque no me sentaba a llorar cuando lo escuchaba (pienso que no hay que ser emo, o de cualquier otra tribu urbana, más o menos pasajera, para que te guste un determinado grupo, disco o canción). Pero eso fue hasta que vi a Jared Leto en su versión más flipada y hortera, en los MTV awards de hace unos años. Una diva, vaya. Así que, sin que sirva de precedente, tengo que darte la razón. Buena trilogía, por cierto.

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