San Miguel Primavera Club (Madrid) 2011

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Es mejor ahorrarse titulares como “San Miguel Primavera Club 2011 se consolida como la propuesta de música alternativa” y derivados pues no estamos leyendo el (no)periódico “La Razón” (se crea o no hay espacio en sus páginas para hablar de algo cuyas iniciales son PC). Descartando titulares de la prensa generalista (bienaventurados sean para la organización), nos conocemos ya todos cuando hablamos del Primavera Club, el festival que ha conseguido que el underground más popular abarque una serie de comunidades adyacentes para acumular una audiencia amplia que, simplemente, acaba con todas las entradas en Madrid y Barcelona; el “culturetismo” y “moderneo” de Pro creciente en esta nación, afortunadamente porque ya no somos la España de Paco con la pandereta y desgraciadamente porque ha tomado los caminos del “postureo” dejando a un lado, en la mayor parte de los casos, la creatividad.                                                                                                    #elefanteestaborracho

Cartel el de esta edición donde se notaba el apretón de cinturón con menos nombre respecto a otros años pero no ello significaba menos calidad, siempre siguiendo esa “Filosofía Primavera”, saber escoger el hype de mayor talento (en el caso del hermano mayor Primavera Sound) y elegir bandas exteriores de menor repercusión pero capaces de llenar salas medianas como Joy Eslava y Caracol. Pronto comenzaron bien las cosas, un tipo de sesenta años con más marcha en el cuerpo y chorro de voz que cualquier “jota-eme-jota” machacó a martillazos soul-funk las cabezas de los asistentes a la Caracol, que más de uno salía con un mareo propio de un orgasmo musical. Ese tipo se llamaba Charles Bradley y ponía el listón demasiado alto para todos los abonados que tenían cinco días más de festival por delante. Eso era el martes, claro que el miércoles bajó bastante la tonalidad, primero porque el concierto de Los Eterno no fue poco más que correcto, y con poca gente (algo que acusaron todas las bandas, por una parte lógico, que abrieron sala cada día), segundo porque Spectrals son de esas bandas que muy bien el álbum (Bad Penny) pero el directo queda algo trastabillado, y tercero porque el señor R. Stevie Moore se dedicó más a hacer el payaso que a tocar música; el concierto, muy divertido, sí, pero da la sensación que el paso de los años en los que su voz se va a apagando le llevan a recurrir cada vez más a distracciones al público como si fuera un espectáculo de circo.

Siguiente día, jueves, y misma sala Joy Eslava, y es que da gusto estos festivales urbanos itinerantes de sala a sala: que acabas Fleet Foxes y te vas pitando desde Pirámides a Carabanchel Alto para ver a Superchunk, que terminas Veronica Falls en la Joy y andas diez minutos para llegar a Siroco a Handsome Furs. Que diga, este festival urbano, porque de este corte el PC se come todo el mercado, atrás quedan los años gloriosos del Festimad. Hablando de Veronica Falls, se saben que están sonando bastante por eso sonaron tan enérgicos; después vino Givers que se colaron en el top 5 final de mejores conciertos del Primavera Club 2011 gracias a la precisión instrumental que desataron, incluso atreviéndose con una versión de Talking Heads. Las noticias que nos llegaban de Handsome Furs en el Siroco eran de mayor repercusión pues se quedó gente a las puertas por aforo completo.

Y llegó el día, la comunidad indie paralizada ante la llegada de Fleet Foxes, entrevistas y reportajes en la prensa generalista española, tanto en papel como en web y, ¿para qué? Para algo que se venía venir de lejos. Nuestro corresponsal en La Riviera nos relataba la penosa acústica de una sala que es la única de tal tamaño en Madrid, acusando la habitual falta de formatos de sala que hay en la capital. Es imposible acoger en otro espacio a un grupo que arrastra tanta gente como los americanos, pero si el sonido ya es malo de por sí, para una banda que necesita el mayor abrazo de la acústica supone un gran impedimento para el oyente tener un concierto delante; si encima estos señores son más sosos que un pastor (de hecho parecen pastores) desaprovechando el talento musical que acumulan, se queda un concierto infumable. Por eso, la elección buena para todos debió ser la sala San Miguel de Vistalegre, sí, ese espacio habilitado en una esquina de la plaza de toros que ha quedado bastante decente. Empezando por Autumn Comets, de las pocas bandas nacionales que visitamos (y eso que había una amplia oferta), camino de su segundo álbum con uno sonido más aseado que en su debut, y toda la masa esperando a unos clásicos, Superchunk. Los americanos estuvieron sólidos y arrolladores, con un concierto donde se marcaron todos sus hits principales, es decir, un show para sus fanáticos de verdad, un regalo, que abarrotaron una sala que solo se LLENÓ con ellos y estuvo a medio gas en las actuaciones previas.

Si el viernes ya parecía estar a media-vorágine de la locura fue llegar John Maus, en las sesiones de electrónica que abría el Círculo de Bellas Artes, y entrar ya en el plano de la enajenación mental. El tipo, que llegó a ser trending topic en Twitter, dejó con la boca abierta a todos, estupefacto andaba el personal ante el músico que se dedicó a darse golpes y realizar playback de sus propios alaridos. Los más puristas, empezaron a abandonar la sala como el aficionado atlético en el minuto 85, con la cabeza gacha, los más fiesteros se quedaron a observar tal esperpento y disfrutar en sus estados de embriaguez de tal circo montado por Maus. Y es que quedaba otro día, un sábado donde brilló St Vincent, y no era muy difícil pues Annie Clark tiene una propuesta muy bella que deslumbró por la variedad de rangos y estilos musicales, un juego muy inteligente y bien ejecutado. Se esperaba mucho a Girls, y como hype que fueron y siguen siendo siempre las críticas son matemáticamente de un extremo u otro. Estos californianos tienen una losa de “postureo” que no pueden ni arrastrarla, mucha parafernalia, mucha “aah” y “eeh” pero en determinados momentos da la sensación que se miran la longitud de su pene delante del espejo. Para gustos colores, que si el concierto del sábado mal y el del domingo un conciertazo que resucita cualquier espíritu adolescente que pueda quedar en nuestras maduras almas.

Dani Garcia

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