Las sombras estrechan la visión entre los caminos. La encrucijada se vuelve carne y piedra cuando el artista firma el contrato. Un cruce de caminos, el anhelo por una vida dedicada a la Música y la imagen maligna de un dador que no perdona a sus deudores. Alrededor de los grandes iconos de la historia musical, han surgido leyendas para dar un sentido sobrehumano el éxito, el genio y el talento de estas figuras. Si la Música es una religión, debe tener su propia mitología.

En una suerte de explicación supersticiosa, la sociedad actual busca respuestas para lo sublime como el hombre prehistórico las buscaba para aquellos rayos que rasgaban el cielo. Confiamos en lo que hay más allá del velo antes de buscar una respuesta terrenal, lo cual ha convertido a grandes estrellas de la Música -actual y pasada- en objeto de quimeras que transformen su vida y trabajo en su obra y milagros.

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  • Niccolò Paganini: el origen del mito

El Diablo siempre ha estado presente. La tentación se ha visto representada en la figura astada durante siglos y en distintas materias y disciplinas. En la Música, el personaje más significativo en iniciar la mitología de los pactos diabólicos fue Niccolò Paganini.

Composiciones de extrema dificultad, virtuosismo sobrehumano y una apariencia decadente dieron al violinista una fama que él no tuvo reparos en mantener viva. Su pericia para el espectáculo le llevaba a romper las cuerdas del violín para ejecutar sus intrincadas melodías solistas en una sola cuerda -con la que llegaba a emular varias voces-, acrecentando su leyenda. Mucha ha sido la especulación alrededor del músico genovés sobre su trato con Satanás, insuflada también por una vida entregada al vicio y el desenfreno.

La enfermedad fue un lastre continuo: tuberculosis, sífilis, depresiones, una batería de afecciones que deterioraron su físico y se unieron al síndrome de Marfan, por el que sus extremidades y sus dedos eran de una longitud y una delgadez asombrosas que le permitían abarcar tres octavas del violín; todo ello acrecentaba el poder de la leyenda satánica. Lo cierto es que sentó precedente para el desarrollo de la técnica del violín y la composición centrada en el solista y el simplismo del apoyo en la música moderna.

  • Bob Dylan: jugando con la credulidad

Dylan revolucionó el folk. Electrificó la tradición estadounidense -no sin pasar por el rechazo inicial- para refrescar una escena anquilosada en fórmulas preconcebidas. Acercó la madurez del folk al furor del rock, sabiendo mezclar el intelecto poético con el descontrol emocional.

¿Hizo todo esto solo o recibió una ayuda “especial”? En este último período de su vida, es fácil responder que sí ha habido algún malicioso trato: solo hay que ver algunos de los anuncios que ha protagonizado últimamente. Pero si nos ceñimos a la metafísica, no existen historias concretas, tampoco una mitología, solo interpretaciones de su obra en una mirada desconfiada que refleja la sensación de inquietud ante su figura.

Esto es algo con lo que el cantautor siempre ha estado dispuesto a jugar. De hecho, él mismo menciona el “Trato” en esta entrevista con el programa 60 Minutes, dejando al crédulo entusiasmado y al escéptico, al menos, entretenido.

  • Jimmy Page: pastor del ocultismo

El guitarrista de Led Zeppelin ha sido un fiel adepto del ocultismo y las artes oscuras. La fama de estos intereses por parte de Page tomó un fuerte peso tras el accidente automovilístico de Robert Plant, su familia y la hija del guitarrista, quien fue la única en salir ilesa. Un año más tarde, el hijo infante del cantante fallecería por un virus estomacal. Una maldición que mucho se especuló fue provocada por los juegos ocultos de Jimmy Page.

La razón no nos deja creer que el británico vendiera su alma para obtener fama o el control de la magia negra que se le ha atribuido. Lo que sí queda patente es su atracción hacia ella, sintiéndose fascinado por la ouija desde temprana edad o llegando a adquirir la casa de Aleister Crowley, famoso ocultista y fundador del Thelema.

  • Robert Johnson: el demonio en el Delta

El mayor mito jamás descubierto, en los musical y en lo esotérico. Hace tiempo me sumergí en la leyenda y acompañé a Johnson durante los seis escasos años que su genio musical inundó el Delta del Mississippi.

Un hombre oscuro, vestido de negro, te espera en el cruce de caminos y te ofrece el don de la maestría musical a cambio de tu alma. De Tommy Johnson a Robert Johnson, la misma transacción acompaña a los antiguos mitos del blues, aquellos que perdieron la batalla contra el Diablo. Algunos estudiosos, como Bill Ferris, sostienen que estos pactos forman parte del folclore de la deidad africana Legba, aunque nunca se haga mención directa a ella.

Muchos de los músicos contemporáneos de Johnson relatan la súbita maestría que demostraba, tanto técnica como compositivamente. Lo más plausible es el talento natural y la práctica constante, pero, en una época como esta donde el mito ha pasado a mejor vida en pro del seguimiento constante, no está de más avivar la llama del misterio que rodea a estas leyendas de la Música.