¿Qué esperas de las cosas cuando casi tocas los 50 años? Imagino el medio siglo como una edad sin rumbo, a falta de convertirte en alguien lo suficientemente mayor para que te importe poco el resto y hacerlo saber, pero lo suficientemente maduro como para no poder dejar de pensarlo.
Esa barrera debe ser demasiado parecida a la preadolescencia, ese momento en el que debes desterrar los juguetes pero no estás preparado para el primer cigarro, la copa escondida o el verdadero placer de crecer. Stephen Malkmus está cerca de cumplir los 48 pero parece seguir pensando como hace 20 años; distinto, irreverente. Por eso nació Pavement y marcó a tantos. Por eso este 2014 empezó con ‘Wig Out at Jagbags‘ (Domino, 2014).
Malkmus y The Jicks se subieron ayer a una Joy Eslava con el medio gas del lunes y el bolsillo hueco para desentrañar esos sonidos de rock enfermizo que el californiano tiene metidos en la cabeza. Entre fans que vivieron los noventa con la intensidad de la juventud y aquellos que los recuperaron en álbumes destacaba un octogenario con boina incluida. Apoyado en una de las columnas que sostienen los pisos de la sala, aquel hombre no tenía el aspecto del fan base que uno podía esperar del ex Pavement. Entre fantasías en las que me imaginaba las razones que habían llevado al hombrecillo de pequeña cabeza a estar un lunes en el centro de Madrid viendo al de California, el concierto perdía el protagonismo.
Lo recuperó Malkmus gracias a los crudos juegos de guitarra, alguna versión y recuerdos de Pavement y al acompañamiento de Mike Clark, un acróbata que no tiene suficiente con encargarse de la otra guitarra y los teclados; le gusta complicarlo con complicados juegos de piernas, escaladas por el escenario entre canciones y saltos gratuitos. Me hubiera gustado conocer qué opinaba el octogenario de aquel show y que me explicara los avatares que llevaron a ver a The Jicks, pero cuando me giré había desaparecido.