Es muy complicado para un músico como James Blake con un recorrido discográfico tan corto y habiendo tocado recientemente en el Primavera Sound de Barcelona y a una noche de hacerlo en Oporto pueda llenar una sala como el teatro Kapital. Pero estuvimos ayer para ver al británico subirse al escenario del centro madrileño con una sala completamente abarrotada que enloquecía literalmente al finalizar y comenzar las canciones y que creaba un silencio total para disfrutar de cada uno de los detalles.
Ninguno de los discos de James Blake puede compararse al efecto que produce su directo. No sólo por los espacios que sobrecogen y la forma de escurrirse por los ritmos, sino por lo perfectamente que está calculado y trabajado todo mientras la música da completa sensación de ser una creación del momento.
El británico anuncia que su directo es más festivo que sus discos, pero eso es únicamente porque no puedes parar de prestar atención y te moverías con cualquier cosa que él tuviera a bien tocar. Su voz, más delicada en el estudio, suena más dura y con un espíritu soul mezclado con unos contratiempos a las teclas que recuerdan al jazz.
Todas las canciones aparecían reconocibles para después perderse en marañas de arreglos instrumentales y variaciones. Enlazar ‘Limit To Your Love’ con ‘Overgrown’ casi provoca un infarto en los fans más acérrimos que todavía no se habían recuperado para el corte más dance de la noche: Life Around Here.
Acompañado de una batería electrónica que llevaba el tiempo mejor que los relojes, alternando ritmos diferentes que iban cambiando con piernas y brazos, que conseguía ralentizar el tiempo eliminando golpes en cada uno de los bucles o jugando con la intensidad desgranaba los cortes de sus dos álbumes. Escoltado también por su productor que a la guitarra, al sampler y a las teclas explotaba todos los recursos que puede dar una guitarra con el slide, un enjambre de efectos y un EBow llevando los pasajes instrumentales con una brillantez increíble.
No hay duda de que estamos ante un caso de un despegue de popularidad fulgurante para James Blake, que ha pasado de ser dj por España para hacer dinero a llenar salas y participar en los festivales más punteros en un tiempo de tres o cuatro años. Quien crea que ha sido producto de su cara bonita, de su juventud y de algún padrino debería animarse a verlo esta noche en Oporto.
