AUTUMN TONE RECORDS 3,4
¿Cuántos grupos iguales hacen falta para desgastar un género? Parece un chiste, pero no tiene gracia alguna. No me encuentro cómodo escarmentando bandas recién llegadas y por ello lo evito lo máximo posible, al fin y al cabo nuestro papel también es el de promover la música tanto cuanto podamos. Pero llega un punto en el que es, simplemente, demasiado. En el debut de The Orwells, Remember When (2012), encontramos poco y usado, una camiseta raída que ha pasado por todos y cada uno de los integrantes de una inmensa familia de músicos que la han llevado antes y con más estilo. Si te unes a una moda, ya has llegado tarde, como decía aquel.
Esgrimen un rock n’ roll clásico que despunta en ocasiones hacia el noise rock, otras hacia el garage¸ pero siempre de una manera torpe que nada nuevo tiene que ofrecer. Su intensidad no pasa desapercibida, echan todo al fuego aunque esto no palie ni de lejos lo terrible de este álbum. La ejecución no es profesional, la etapa de practicar en su habitación parece no haber terminado para ellos, lo cual termina por ofrecer una ineptitud calamitosa a la hora de tocar sus instrumentos. La sensación forzada es constante, como si en cualquier momento fueran a equivocarse en una nota o un golpe de batería, lo cual hacen en, no demasiadas, pero alguna que otra ocasión. Con Halloween All Year, Painted Faces and Long Hair o In My Bed quizás logren conectar con un público de instituto más cercano a su ambiente y temática, pero de verdad espero que el relevo generacional tenga mayores expectativas musicales.
El “lo-fi” nunca ha disfrutado de una gloria inusitada, pero siempre ha estado acechando a la sombra. Comprendo el concepto, pero aquí sirve de excusa para no aprender a tocar un instrumento y grabar con una calidad chapucera. Que el batería sea el mejor de la banda no es decir mucho, porque las guitarras recurren a punteos de libro elemental, el bajo se limita a trabajos de primer año enteramente y la voz ni transmite ni lo intenta, en un tono monótono que ni siquiera los berridos distorsionados llegan a convencer de que el chico no se esté durmiendo frente al micrófono. Porque si entramos en técnica vocal es algo que directamente no conoce.
No podría augurarles un futuro brillante. The White Stripes, The Strokes o The Hives resucitaron el garage para toda una nueva generación y lo supieron hacer con su propia voz, mejor o peor, pero únicos; un destello de ese algo incomprensible hacía ver que eran algo distinto. Ese brillo aquí no existe, envuelta en una penumbra incorruptible de falta de talento y personalidad. No es un caso de pobre técnica y buenas ideas, no; simplemente no lo tienen. Juntar cuatro compases y repetirlos durante dos minutos y medio de manera insulsa a cada canción no es el mejor de los comienzos.