Si durante el pasado 2013 Daft Punk gobernaron el reino de la industria musical, Pharrell Williams fue el valido predilecto, urdiendo planes y estratagemas, la verdadera mano que movía el báculo. Sin el oscurantismo de aquella castiza figura política, el antes rapero ha sabido introducirse en varios de los singles y trabajos discográficos más exitosos del pasado año, todo mientras preparaba su próximo plan personal: ‘G I R L’ (Columbia Records, 2014).
Este álbum podría haberse tratado de una recopilación de remixes de ‘Happy’ y no habría planteado ninguna duda; yo, al menos, lo habría preferido. No porque las canciones que componen su regreso en solitario no alcancen unos estándares presentables, sino por pasar inadvertido ante una cantidad ingente de álbumes con el mismo sonido, la misma mezcla de géneros y, en términos globales, con mejores resultados.
Sus mayores influencias derivan del funk menos amenazante y el rythm n’ blues, las cuales se dejan ver en cada rincón del trabajo. Estas se ven aderezadas por otras como la música disco en su colaboración con Justin Timberlake en ‘Brand New’ o, incluso, por su tradicional hip-hop en las bases y giros de ‘It Girl’, a pesar de que el álbum no tenga una sola palabra rapeada. Es cierto que algunos de estos recursos logran dotar de vida al álbum en algunos puntos, pero en demasiadas ocasiones acaba sucumbiendo ante la falta de originalidad.
Las colaboraciones con Daft Punk (‘Gust of Wind’), Alicia Keys (‘Know Who You Are’) o Miley Cyrus (‘Come Get It Bae’) podrían percibirse como una reunión de All-Stars del pasado año. Estas dan variedad en los registros auxiliares y, en ciertos momentos, logran acariciar esa personalidad, hasta que aparecen temas como ‘Lost Queen’ y no puedes evitar pensar que ni es nuevo ni es mejor que los que ya existían. Pero esos puntos álgidos y la inclusión de la siempre agradable ‘Happy’ hacen que pueda merecer la pena.