- FAT POSSUM
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8
- por Carlos Argüelles
París… Qué ciudad. Esta gran urbe es conocida internacionalmente por ser la ciudad del amor, tener una torre de hierro que iba a ser temporal y ahí sigue, unas bailarinas exóticas tantas veces representadas por rubias explosivas en el cine, por los tours del dopaje o por tener como inquilino a un simpático jorobado enclaustrado en su catedral gótica. Toda una capital europea que, desde siempre, ha mantenido su esencia intacta, y sus diferentes clichés han perdurado en los anales de la historia.
Culturalmente ha sido una de las ciudades más vanguardistas de todo el mundo durante generaciones y, por lo que se ve, este espíritu aún no se ha perdido. Jóvenes artistas han ido surgiendo desde la época de la bohemia del Moulin Rouge, y este goteo continúa hoy en nuestros días.
Este es el caso de Melody’s Echo Chamber. Su líder, Melody Prochet, aparte de buena, tuvo suerte. En un concierto con su anterior banda, ésta conoció a Kevin Parker (de Tame Impala), quien se quedo obnubilado con la voz de la joven y decidió ayudarla a toda costa. Y no es para menos, dado que la voz de la artista, unida a la psicodelia de sus canciones, es prodigiosa.
Pasando al disco homónimo y debut, se nota mucho la influencia de Parker en la obra de Prochet, en temas como uno de los singles de la banda, I follow you. Se trata de un corte delicioso, de esos de dejarte llevar. Otra canción a tener en cuenta es You Won’t Be Missing That Part Of Me. Con mezclas entre percusiones parecidas a las del jazz, electrónica marciana proveniente del planeta MGMT (la influencia que le viene de rebote de Parker, ya que su grupo fue telonero de ellos) y una letra preciosa. De verdad, si no hubiera tanto sintetizador, parecería sacada de una Jam Session en pleno estado catatónico.
También hay tiempo de reivindicar los orígenes de la cantante en el LP. Prochet lo hace a través de cortes como Bisou Magique y Quand Vas Tu Rentrer?, dos canciones en francés muy diferentes entre sí, aunque la segunda es capaz de calar mucho más hondo. Es más psicodélica, extraña, única. Si su tempo fuera más lento y la base algo diferente parecería incluso un tema sacado del espíritu del chillwave. Además, recupera esa percusión estilo Jazz, lo que le da un toque único.
Así pues, me parece que esta artista apunta muchas maneras. No es música al uso, apta solo para gente que le guste la delicada innovación o para los amantes del espíritu de la psicodelia de los años dorados del LSD… Además, es capaz de relajar, sin dejar de ofrecer un tipo de música bella en sí misma, admirable y con una voz dulcemente prodigiosa. París… Ooh, la la.